La
Cristología Fundamental
está inserta en la reflexión de la Teología Fundamental
y busca dar respuesta a las preguntas que nacen alrededor de la persona de
Cristo: ¿Quién es Jesús? ¿Por qué Dios se hizo hombre? ¿Jesús ha existido
verdaderamente?... Busca responder a
un por
qué y así fundamentar la credibilidad
en Jesucristo, verdadero hombre y verdadero Dios. Estas razones son válidas
también para el diálogo con un no creyente.
La Iglesia a lo largo de la historia, mantuvo su reflexión sobre
la figura de Cristo como signo y mediador. Él es el centro de la fe y de la Revelación Cristiana.
El Concilio Vaticano II dio un aporte importante para ampliar esta reflexión
renovando el planteo de la centralidad de la figura de Cristo, no solo como
Revelador, sino también como cumbre de la Revelación (DV 2 y 4). Jesús es personal,
concreto, pero el mismo tiempo es universal, porque es una Persona
Divina. Él es la Palabra
universal y definitiva del Padre al mundo.
Para fundamentar su por qué, la Cristología Fundamental
emprende un estudio-búsqueda que se puede dividir en cuatro partes: [1]
- Introducción teológico-epistemológica: es decir, ¿qué podemos saber desde la fe sobre Jesús como signo, mediador y plenitud de la Revelación Divina?
- La memoria de Jesús: es decir, analizar los recuerdos sobre Jesús que conservó la comunidad apostólica, teniendo en cuenta las tres etapas que nos recuerda DV 19 (Jesús, los Apóstoles, los evangelistas). Esto se realiza a través de un estudio histórico, utilizando fuentes de distintos testimonios, como también de ámbitos extracristianos y extrabíblicos.
- El testimonio de la Pascua: mostrar la credibilidad de la resurrección de Jesucristo a través de los testimonios históricos de los hechos, las apariciones, textos bíblicos, etc.
- El misterio de Cristo: profundizar la importancia de Jesús para el hombre y para la sociedad.
En
este resumen sólo consideraremos los dos primeros temas, particularmente el
segundo.
1.
Introducción teológico-epistemológica
Para empezar esta reflexión sobre Jesucristo, vamos a
recurrir a los textos conciliares en particular DV 2: “la verdad intima acerca
de Dios y acerca de la salvación humana se nos manifiesta por la revelación de
Cristo, que es a un tiempo mediador y plenitud de toda revelación.” Y a través
de una lectura atenta del texto bíblico podemos aclarar estas dos definiciones
de Jesús:
– MEDIADOR: Cristo es el Hijo amado, en el cual Dios se complace,
es aquel que da a conocer y realiza la voluntad del Padre. Jesús es a la vez el
mensajero y el contenido del mensaje de la salvación. Y, por ser verdadero
hombre, puede ser mediador competente, hablándonos en lenguaje humano.
– PLENITUD: con su encarnación, el Hijo eterno manifiesta toda la
fuerza de la Verdad
de la Palabra
de Dios y hace visible la universalidad de Dios y de su mensaje de salvación
para todos los hombres. Él es la palabra última y definitiva. No tenemos que
esperar otra revelación, porque ha hablado una Persona Divina.
No
podemos comprender la profundidad del significado de estas dos palabras sin la
luz que nos viene a través del don de la fe, una fe que está insertada en el
camino de la historia real del hombre. Es decir que mi fe necesita de mi
capacidad de “saber leer” los hechos concretos de la historia; y –al mismo
tiempo– los mismos hechos deben ayudarme a creer en la existencia de Alguien
que me sobrepasa. Son como las dos caras de una misma moneda. Si un creyente
busca entender quién es el Jesús de la historia no es suficiente si se queda
sólo en las informaciones históricas: también tiene que recurrir a las fuentes
de testimonio contenidas en el Nuevo Testamento. Porque cuando uno se acerca a
la realidad para comprenderla, es importante que tenga claro que hay dos modos
de leer la historia:
1.
Leer la historia
como un simple conjunto de informaciones, dónde sólo se ve lo material.
2.
Leer la
historia como transmisión de un testimonio, donde quien relata el
acontecimiento busca transmitir a sus destinatarios las vivencias humanas que
están detrás del hecho mismo.
Si
tenemos en cuenta que todo lo humano tiene una doble dimensión –la material
y la espiritual–, la historia que nos cuente las dos dimensiones, será
respetuosa de toda la riqueza de lo humano. Al contrario, la historia que nos
dé sólo informaciones materiales –tiempo, lugar, suceso externo– sólo nos
cuenta una parte de la realidad.
Este
modo de leer la historia nos permite entrar en diálogo con el no creyente, pues
no puede negar la existencia de los hechos históricos. Podemos, a través de
informaciones y testimonios, demostrar la existencia de Jesús y su
resurrección, y un no creyente no puede afirmar que esto es inaceptable.
2. La memoria
de Jesús
2.1. La historicidad de los Evangelios.
Esta
etapa de investigación está centrada en la búsqueda del Jesús histórico a
través de un estudio sobre la historicidad de los evangelios (en particular
en las tres etapas: Jesús, los Apóstoles, los evangelistas, cf. DV 19),
para llegar a datos básicos que nos ayuden a demostrar la autenticidad de la
historia de Cristo como verdadero hombre y verdadero Dios.
2.2. La investigación histórica sobre Jesús de
Nazareth.[2]
1. Primera
etapa: La “antigua” o “primera búsqueda” (Old o First Quest) (1778-1906).
En este primer momento
hubo autores que contraponían la
figura de un Jesús histórico con la fe profesada por la Iglesia. Algunos de sus exponentes fueron
Reimarus, Renán y Wrede.
Esta
etapa ayudó con algunas de sus intuiciones: a) el deseo de adoptar una metodología histórico-critica; b) realzar la ambientación
judía de la figura histórica de Jesús.
El
mayor defecto de esta etapa fue –como hizo notar Schweitzer– que no hacían
historia de manera seria, sino que proyectaban sobre Jesús sus propias ideas
subjetivas, “inventando un Jesús” a la medida de sus propias ideas.
2. Segunda etapa: La
“no búsqueda” (No Quest) (1921-1953)
El
autor R. Bultmann generó la etapa llamada “No Quest”, que es un período de escepticismo, de no búsqueda,
donde la distancia entre Iglesia y Jesús histórico se hace más grande. En este
período el enfoque está más en lo que la primera comunidad cristiana creyó, que
en la verdad de Jesucristo. Se afirma que los evangelios sinópticos fueron
creados por la comunidad primitiva para su necesidades evangelizadoras y
prácticas, por eso dicen poco del Jesús histórico.
También
esta corriente tuvo algunos aportes positivos: a) el estudio de las formas literarias evangélicas, b) la colocación del Jesús histórico en el mundo hebreo,
c) la critica a la Old Quest romántica d) la adquisición de la convicción que los evangelios
fueron escritos a la luz de la fe pascual
En
cambio quedaron cuestionables las ideas: a) sus críticas radicales al valor histórico de los evangelios
considerados como cuentos míticos, b) la
fragmentación del material evangélico con una concepción abstracta del “Sitz
im Leben” (situación vital) sobre lo que estaba viviendo la Iglesia cuando se
redactaban los evangelios, c) la
afirmación de una discontinuidad absoluta de Jesús con la comunidad cristiana,
manteniendo un fideísmo donde valora sólo a la fe separándola de la historia y
de la razón.
3. Tercera etapa: La “nueva búsqueda” (New Quest)
(1953-1985)
Esta nueva búsqueda muestra la continuidad entre el
Jesús histórico y el Cristo del kerigma, intentando descubrir el por qué fueron
escritos los evangelios. Algunos de los autores principales de esta etapa
fueron: Käseman, Jeremias, Robinson.
Se sostiene que el kerigma no es “lo primero” –como
sostenía Bultmann– pues el kerigma reenvía a la importancia del Jesús
Resucitado, y esto está incluido en los hechos históricos. “El esfuerzo por
llegar al Jesús histórico... es la tarea principal”, y se demuestra que es
posible llevarla a cabo.
Logros de esta etapa son. a) se establece el
“criterio de desemejanza” –que es como el emblema de esta etapa– y también los
de “coherencia” y “atestación múltiple”; b) se aprende a buscar la
“sección histórica” del kerigma y a analizarla; c) se constata que los
evangelios son testimonios confiables; d) nace una nueva metodología y
una nueva concepción de la historia fundada sobre el doble significado que la
palabra tiene en el idioma alemán: Historie (que son los
hechos en bruto, como crónica e información) y Geschichte (es la descripción del acontecimiento, incluyendo su
significado: es un testimonio).
4. Cuarta
etapa: La “tercera búsqueda” (Thirt Quest) ( 1985-2000...)
Esta
etapa está en relación con la anterior y su centralidad fue unir el kerigma
cristiano con su contexto histórico. En este proceso se pueden evidenciar
cuatro líneas básicas de estudio:
Ø colocar a Jesús en el contexto judío,
Ø estudiar el por qué Jesús fue crucificado (sin
quedarse en la sola constatación),
Ø La integración de la dimensión política con la
teológica,
Ø Un estudio interdisciplinario.
En esta etapa aparece –sugerido por G.
Theissen– el “criterio de plausibilidad histórica”.
Dentro de esta etapa se pueden distinguir
dos corrientes o tendencias: una más radical cuya visión es más fundamentalista
y, otra corriente más moderada. Ambas no tienen un objetivo primariamente
teológico, más bien un triple interés:
Ø Un interés histórico-social,
Ø Insertar a Jesús en el judaísmo,
Ø Valorizar la fiabilidad de las fuentes evangélicas (y,
en algún caso, también de los apócrifos).
2.3. Los criterios de autenticidad histórica.
A partir de estas investigaciones podemos
evidenciar algunos criterios de autenticidad para la búsqueda de un Jesús
histórico. Son herramientas para analizar los evangelios con datos históricos y
los valoran. Son también elementos útiles para dialogar con un no creyente.
1. Criterio de plausibilidad
histórica. Este criterio busca
fundamentar el por qué de los hechos. Ante hechos comprobados, buscar su por
qué, su “razón suficiente”.[3]
Este criterio pone de relieve las raíces judías de Jesús, su existencia en un
preciso contexto histórico social y que puede ser reconocido por fuentes que
dan de él testimonio. Este criterio es la base para los demás criterios.
Dentro de este contexto, tiene importancia
el “sub-criterio” del contexto semita-arameo de las palabras de Jesús,
pues es llamativo que en los Evangelios –que están escritos en griego–
aparezcan palabras arameas (por ejemplo: Abbá, Cefas, Beelzebú, etc.).
2. Criterio de desemejanza:
El criterio de desemejanza pone de
relieve que se puede considerar auténtico un dato evangélico, cuando no pueda
deducirse de la concepción del judaísmo, ni de la Iglesia primitiva: es
decir, si no procede de los judíos (que estaban antes) ni de los primeros cristianos
(que vienen después), entonces procede de Jesús. Por ej: “Abbá”, o la Eucaristía.
3. Criterio de atestación múltiple: El criterio de
atestación múltiple afirma que es verdadero un testimonio coincidente,
sostenido por distintas fuentes que no están vinculadas entre sí.[4]
2.4. Hacia una imagen de Jesús de
Nazareth.
Iremos profundizando esta imagen de Jesús
histórico, a través de tres pasos:
1.
El aporte de la
cronología y de los testimonios extracristianos
2.
La presentación
de 11 datos básicos de los evangelios sobre la historia de Jesús
3.
La pregunta de la
cristología sobre quién es Jesús.[5]
1º paso: La cronología y los testimonios extracristianos
El nacimiento de Jesús: entre el año 7 y el
año 4 A.C.
La muerte de Jesús: el viernes 7 de abril
del año 30 (o bien, el viernes 3 de abril del año 33).
Hay varios historiadores antiguos, romanos y
judío, que ponen en evidencia la existencia del cristianismo visto como
movimiento religioso con ritos y liturgia propia, que tiene como centro a la
persona de Cristo y que está perseguido. Estos autores son Plinio, Tácito,
Suetonio y, en particular, Flavio Josefo que confirman, no sólo la historicidad
de Jesús, sino que atestigua que entre los mismos judíos Jesús era considerado
un hombre sabio y virtuoso.[6]
Y, en relación a los llamados “evangelios
apócrifos: ¿qué valor científico podemos adjudicarle? “Una conclusión es
clara y unánime entre los estudiosos: no hay material de tanto valor como el
presente en los Evangelios canónicos, si lo comparamos con los apócrifos”.[7]
2ª
paso: Los 11 datos básicos de los evangelios sobre la historia de Jesús.
Estos datos se pueden definir como un hilo
conductor de la historia de Jesús. Algunos de ellos parecen ir contra una
“lógica para facilitar la difusión” pero justamente esta “contra-lógica”
manifiesta su veracidad.
1. JESÚS EL NAZARENO:
Reconocer a Jesús como el Nazareno representa uno de estos elementos “contra la
lógica” que exponíamos antes. Sabiendo que en un contexto judío ortodoxo, y
para los dirigentes de Jerusalén no podía venir nada bueno de Nazareth –porque
era considerada de poco valor y parcialmente pagana– se manifiesta que estos
orígenes no pudieron ser inventados por los cristianos (porque iban en contra)
y que tienen una base histórica.
2. JESÚS FUE BAUTIZADO: También
el bautismo fue un hecho que creó dificultades, porque aparentemente
demostraría una inferioridad de Jesús: aquel que bautiza tiene más autoridad de
aquel que es bautizado.
3. JESÚS PROCLAMA EL “REINO-REINADO” DE DIOS: Jesús
anuncia el Reino de Dios –que aparece en todas las corrientes de la tradición
evangélica, y en diversos géneros literarios. El “Reino” es un concepto
simbólico que expresa una visión escatológica: la tensión entre el “ya” y “el
todavía no”, y nos invita a descubrir la presencia activa y dinámica de Dios en
el mundo; un Dios revelado como un Padre amoroso con todos.
4. JESÚS CONVOCA DOCE DISCÍPULOS: Jesús constituye un grupo de Doce discípulos. Este
número Doce nos recuerda el número de las tribus de Israel y manifiesta la
intención de Jesús de establecer un Nuevo Pueblo de Dios (cf. Mt. 22, 43).
Además, representa también la promesa de la salvación escatológica. Algunos
elementos manifiestan el origen pre-pascual de la institución de los Doce: la
insignificancia de muchos de estos nombres después de la Pascua, el hecho de que el
traidor pertenece a este grupo y la preeminencia del grupo-institución por
encima de las personas que lo componen.
5. JESÚS TAUMATURGO: Jesús
realizó curaciones y exorcismos mostrando mediante estos signos que en Él
estaba se estaban cumpliendo las promesas mesiánicas. Al margen de la
naturaleza exacta de estos acontecimientos, el análisis histórico de las
fuentes conduce a la clara afirmación de la actividad taumatúrgica de Jesús:
Jesús realizó curaciones que fueron asombrosas para sus contemporáneos.
6. JESÚS Y SU PROXIMIDAD CON DIOS: Todas
las oraciones de Jesús que pertenecen al estrato más antiguo de la tradición se
introducen con la invocación (griega) “ho pater”, que –muy
probablemente– refleja la palabra (aramea) “Abbá”. Esta actitud de Jesús
de llamar a Dios “Abbá” era absolutamente inusual –fuera y dentro del
judaísmo– y evidencia la fuerte intimidad y cercanía del Hijo con el Padre. Fue un
testimonio muy fuerte que los apóstoles conservaron. Por eso trasmitieron esta
actitud y la tomaron no solo como ejemplo de vida, sino como uno de los
fundamentos para su reflexión sobre Jesús como Hijo y Mesías.
7. JESÚS Y SU RELACIÓN CRÍTICA CON EL TEMPLO: Esta crítica
incluía a los sacerdotes, y aparece como decisiva en el ministerio de Jesús.[8]
Además, la frase “mi Casa será llamada casa de oración para todas las gentes”
(Mc 11,17) no parece que pueda derivarse de la posterior Iglesia, pues supone
un reconocimiento demasiado significativo para el Templo judío.
8. JESÚS Y LA CENA
DE DESPEDIDA: Este acontecimiento es una anticipación de la alianza
escatológica, y manifiesta la expectativa de la llegada del Reino en plenitud.
Las palabras referidas al pan y al vino están atestiguadas en cuatro versiones
diferentes, que representan dos tradiciones (Mc-Mt y Lc-Pablo), que representan
–respectivamente– las tradiciones litúrgicas de Jerusalén y Antioquía.
9. JESÚS FUE CRUCIFICADO COMO REY DE LOS JUDÍOS: El hecho de la
condenación y de la ejecución de Jesús es indudable. La crucifixión de Jesús fue un hecho que sorprendió y
escandalizó tanto a los judíos como a los paganos. Muestra en apariencia el
fracaso de la misión del Señor, la motivación de su condena está atestiguada en
titulus
crucis = rey de los judíos, el cual
está formulado desde una perspectiva romana (lo cual apoya su historicidad).
10. JESÚS VENCEDOR DE LA
MUERTE: Es el testimonio central, decisivo; sin esto no se
entiende ni el Cristianismo, ni el Nuevo Testamento. Los criterios de autenticidad nos llevan no tanto a la Resurrección –que no
narran– cuanto a Jesús Resucitado, vivo y vencedor de la muerte.
11. LOS
DISCÍPULOS COMO “LOS NAZARENOS”: Los discípulos de Jesús permanecen como grupo más allá
de la Pascua,
y luego serán conocidos con el nombre de “cristianos”, porque creían en Jesús
como Cristo, al cual celebraban, predicaban y seguían.
[1]
De las cuales, aquí consideraremos las dos primeras.
[2] Si
quisiéramos caracterizar estas cuatro etapas en cuatro palabras, podríamos
ponerles: proyección, negación, encuentro, especialización.
[3] Por ejemplo: ¿cómo entender que
–después de la catástrofe del Viernes Santo– once galileos poco competentes
cambiaron la historia y el mundo? ¿Cómo el perseguidor Saulo de Tarso se
transforma en el apóstol San Pablo?
[4] Del mismo modo que un juez se
convence que es verdadero el testimonio coincidente que dan varios testigos:
aquí “los testigos” son los distintos autores y teologías del Nuevo Testamento.
[5] Este
último paso, sintético –en comparación con el análisis previo– no está incluido
en este resumen.
[6] Ver en las mismas fotocopias los
testimonios de Flavio (p. 363-364) y el resumen de todos los historiadores que
Pié-Ninot aporta al final de la p.365.
[7] Pié-Ninot, p. 371.
[8] Ver las numerosas citas bíblicas
de Mc sobre este tema, que el autor propone en la p. 379.
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