1. PLINIO, el Joven, en el año 112
En
el año 111, el emperador Trajano envió a Bitinia -provincia del Asia Menor- un
legado suyo, el procónsul Plinio el Joven. Este transmitió una carta al
emperador Trajano interrogándole sobre la conducta a tener con los Cristianos. Plinio declara que la investigación que
ha llevado a término le ha mostrado
que el cristianismo es una gran superstición.
Por lo que respecta a las prácticas cristianas existe un único punto
significativo: "se reúnen antes de salir el sol, cantan himnos a Cristo, como si fuese dios" [essent soliti
stato die ante lucem convenire carmenque
Christo quasi deo dicere] (Ep. X, 96,7)92. Este texto
atestigua, de forma neta, el culto a Cristo pero no
precisa más. La expresión Christo quasi deo parece
indicar que, para él, Cristo no era un dios como los que
adoraban los otros hombres. No sin razón, ya hace años el escritor
judío J. Klausner subrayó el notable valor de esta carta como documento
sobre el cristianismo en cuanto movimiento religioso. Es evidente,
a su vez, que el texto no es independiente de la tradición cristiana primitiva,
ya que fue a través de interrogatorios a cristianos como Plinio el
Joven conoció lo que comunica a Trajano93.